Upbit retrasó seis horas la revelación del hack durante negociaciones de fusión con Naver

El mayor exchange de criptomonedas de Corea del Sur, Upbit, vuelve a estar bajo escrutinio tras la aparición de nuevos detalles sobre el importante hackeo del mes pasado. Según datos entregados a legisladores, el ataque duró apenas 54 minutos, pero los hackers lograron extraer más de 104.000 millones de tokens, valorados en unos 44.500 millones de wones.

La brecha comenzó a las 4:42 a. m. y finalizó a las 5:36 a. m. En ese breve intervalo, fondos vinculados principalmente a activos basados en Solana fueron enviados a billeteras externas desconocidas. Por volumen, los tokens BONK representaron más del 99% de las unidades sustraídas. Por valor, sin embargo, Solana fue el activo más afectado con casi 19.000 millones de wones. Otros tokens comprometidos fueron Fuzzy Penguin y Official Trump. La velocidad del ataque sorprendió a muchos analistas: los hackers drenaron unos 32 millones de tokens por segundo.

El retraso en el reporte provoca indignación pública

La verdadera controversia surgió tras detectarse el hackeo. Los investigadores confirmaron que Upbit tuvo conocimiento de la brecha alrededor de las 5 a. m. La compañía actuó con rapidez en el ámbito operativo: convocó una reunión interna de emergencia 18 minutos después. Solo 27 minutos más tarde suspendió los depósitos y retiros de activos vinculados a Solana. A las 8:55 a. m. ya había congelado todos los depósitos y retiros de criptomonedas en la plataforma.

Sin embargo, pese a estas actuaciones rápidas a nivel interno, Upbit no notificó a los reguladores hasta las 10:58 a. m. Esto supuso un retraso de más de seis horas desde el inicio del ataque. Según The Chosun Ilbo, el retraso podría estar relacionado con las conversaciones de fusión entre Dunamu, la empresa matriz de Upbit, y el gigante tecnológico Naver. La tesis es que una divulgación temprana podría haber alterado negociaciones sensibles. Aunque no existe una confirmación oficial que vincule ambos hechos, el momento en que se produjo la notificación ha despertado serias dudas.

Los reguladores se topan con un muro legal

El Servicio de Supervisión Financiera de Corea del Sur (FSS) ha iniciado una inspección in situ en Upbit. Pero los expertos legales señalan que imponer sanciones severas podría ser complicado. La normativa actual no permite claramente imponer castigos directos o exigir compensaciones forzosas en casos de hackeos a exchanges de criptomonedas.

Este vacío deja a los reguladores con herramientas de cumplimiento limitadas. Incluso cuando hay retrasos en los reportes, los exchanges suelen evitar sanciones significativas a menos que se demuestre negligencia bajo las leyes de delitos financieros vigentes. Esta situación ha frustrado a inversores y legisladores, algunos de los cuales piden reformas urgentes para endurecer las reglas de notificación y fijar plazos estrictos. Argumentan que las plataformas cripto deberían asumir las mismas obligaciones de divulgación que las firmas financieras tradicionales.

Upbit responde mientras la confianza se resiente

Upbit afirma que cubrió por completo las pérdidas de los usuarios tras el incidente. Un portavoz indicó que el exchange se centró primero en evitar daños adicionales y que, una vez confirmadas las transferencias anómalas como una brecha de seguridad, reportó el caso a las autoridades. Aun así, el daño reputacional podría persistir. Entre los traders, la preocupación ya no es tanto el hackeo en sí, sino la transparencia en la comunicación. En mercados cripto que se mueven a gran velocidad, incluso unas horas de silencio pueden influir en la acción del precio y en la confianza del público.

Para la industria cripto de Corea del Sur, este caso se está convirtiendo en una prueba de estrés para la regulación, las normas de divulgación y la responsabilidad corporativa. La investigación continúa. Mientras tanto, los inversores observan de cerca si este episodio acaba impulsando a los legisladores a cerrar los vacíos legales. A estas alturas, la historia ya no trata solo de tokens robados, sino de lo que ocurre cuando velocidad, secretismo y regulación colisionan.